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martes, 3 de enero de 2006

EL PODER Y LA OBEDIENCIA: SADOMASOQUISMO

¿Qué es lo que realmente hace que el buen sexo sea excepcional? ¿Buscar el placer? ¿El triunfo de la constancia frente a ciertas barreras? ¿La existencia de una seducción planeada y deliberada? ¿Lo inesperado, imprevisible e incógnito? ¿La tensión dramática del momento? ¿La trasgresión del tabú?

La respuesta es SI.

Cuando a tu vida sexual le falta alguno de los elementos anteriores, empiezas a aburrirte. Puede que tu relación de pareja estable haya perdido parte de su chispa inicial, o que se hayan convertido en animales de costumbres inmersos en la rutina familiar, con sucesivas parejas, nuevas o viejas. Pero, ¿Si te dijera que puedes recuperar toda la emoción que sentías en esos días e incluso más? ¿Y si te dijera que puedes convertir tus fantasías en realidad de un modo seguro, discreto, poniendo un poco de tu parte pero sin tener que soltar un peso?

Olvida todo lo que creías saber sobre el BDSM; con estas siglas se conoce la práctica del Bondage y Disciplina, Dominación y Sumisión, y Sadomasoquismo. Desde ahora te digo que no es necesario que te inscribas a un grupo extraño ni que te aprendas el lenguaje de las pelis pornos sados para convertirte en la estrella del evento y disfrutar de BDSM. Ni siquiera es absolutamente necesario que te guste la ropa sadomaso. La palabra bondage es utilizada para referirse al arte de las ataduras en el sexo, suele traer a la mente la imagen de adolescentes violentos de estética gótica con los ojos pintados de negro, la cara blanca y retacados de crucifijos. Pero de hecho, el uso de las ataduras es una de las maneras más sencillas, baratas y versátiles de dar un toque de sorpresa a uno de los actos más previsibles de la naturaleza humana.

Este artículo no trata de dejar a un lado el sexo “normal” y adoptar un nuevo estilo de vida o hacerse miembro de alguna comunidad ni convertirte en algo extraño. Trata de cómo ponerle color a tu vida sexual y sobre cómo dejar que se manifiesten tus lados más oscuros y quizá tus perturbadores deseos explorando nuevas sensaciones. Ya sea con o sin coito.

Hay gente que le gusta sobre todo el lado físico del BDSM, mientras que a otros les atrae más el psicológico.

Thomas Jefferson, ex presidente de Estados Unidos dijo: “El poder no cautiva a las mentes puras”. Me pareció interesante, pero ¿Quién quiere ser puro? Y aunque tenía razón, ninguno de los dos extremos de la práctica de poder, ya sea monopolizándolo totalmente o cediéndolo por completo, se adecua a una sociedad democrática moderna. Aun así, los juegos y la alternancia de poder son ingredientes básicos en todas las relaciones de pareja, especialmente las sexuales. Y es que nos pasamos tanto tiempo intentando mantener el equilibrio de las fuerzas fuera de la cama que el hecho de distorsionarlo e incluso acentuarlo dentro de ella se convierte en todo un reto. Porque en privado se está permitido disfrutar de ser víctima de un abuso de poder. Así que puedes sacar tu peor perversidad o mostrarte totalmente servicial. Suena a morbo ¿no?

Jugar explícitamente con la posición de poder, más que de ejercer de iniciador consiste en lo siguiente: una persona, que normalmente recibe el nombre de “amo(a)” toma las riendas del asunto mientras la otra, la sumisa (o) le cede todo el poder. Entonces puede que el amo amordace al sumiso excitándolo sin piedad hasta que ambos estén listos para venirse. O puede que el sumiso se haya portado muy mal y necesite que lo o la castiguen con un buen par de azotes en el culo. O que el amo haga su sirviente amoroso al sumiso y lo obligue a satisfacer solícitamente todas sus necesidades, y sin titubear. También es verdad que no es necesario que sea totalmente sadomasoquista la cosa: Por ejemplo, puede ser que solo el amo haga que el sumiso le prepare la tina del baño, le de un masaje, le lave el cabello, le de unos besos de lengua, etc. Otra opción es atar al sumiso de pies y manos, además de taparle la boca, vendarle los ojos y al final encerrarlo con llave para dejar que se consuma por completo en su dulce y doloroso martirio.

A SUS ÓRDENES

Dejarse dominar es un modo de darse completamente a la pareja. O sea, de convertir tu cuerpo en el instrumento de su placer. Pero como al dominante le da placer, de hecho es un estira y afloja constante. Mostrarse sumiso o sumisa es un modo de hacer que se desvanezcan la responsabilidad, la culpa y los malos rollos. No se trata de practicar cualquier tipo de sexo que se desee porque lo deseas realmente, sino porque no te queda otro remedio. ¡Está bueno! Porque aunque eres prácticamente un títere, también eres el centro único de atención. Y si te excita que te inmovilicen y te hagan cosquillas ¿Por qué no llevarlo al extremo? Como pasar de segunda a primera división en el fútbol. Es posible que te tome por sorpresa también, así que no tienes ni que pensar ni que hacer, solo lo que se te ordene. Además, es importante mencionar que no tiene nada que ver el estatus social, económico o psíquico que tengas y tus preferencias en el reparto de poderes. Porque dejarse dominar no es degradante. Sino placentero.

¡HAZ!

Dominar es asumir la plena responsabilidad de lo que sucede y de cuándo, dónde, con qué frecuencia y a quién se domina. Asumes el control de la situación porque sabes exactamente qué es lo que quieres o, mejor, qué es lo que tu pareja se merece y no quieres que interfiera en tus planes. Así que puedes dar rienda suelta a todos esos defectillos que en el mundo real no te dejan tener demasiadas amistades, como la avaricia, el orgullo, la gula, la lujuria, la pereza o la ira, o sea, más o menos los siete pecados capitales (la envidia no, ¿a quien podrías envidiar teniendo todo el poder?). Usa y abusa. Ni siquiera tienes que hacer algo especial, solo torturar a tu adversario negándoles el sexo y otras cositas, haciendo que digan guarradas o que admitan sus más secretas y oscuras fantasías o que se desnuden literal o figuradamente, o que te supliquen piedad. Nada más.

Y aunque parezca irónico, el hecho de poder hacer lo que te de la gana incluye tener constantemente presente el placer de tu pareja porque, a fin de cuentas, la confianza total y absoluta es un valioso regalo. Así es que como se convierte en algo recíproco. Tampoco es cuestión de lastimar al otro cuando no lo quiera.

TÚ RESUELVES

Tengo claro que la palabra “no”, en estos juegos no significan no, literalmente hablando. Es necesario que tú también lo tengas claro, e idear alguna palabra o seña cuando las cosas se pongan malas y parar.

No hace falta tener solo un rol, a fin de cuentas todos y todas tenemos un macho y un mandilón dentro. Por lo general en una sola tanda de cachondeo sado-maso el poder cambia de manos varias veces, así que puede que esto pase en tu caso. No pasa nada, dicen por ahí que lo mejor es probar de todo un poco.

CRUCIAL ES LA COMUNICACIÓN

Es de vital importancia platicar entre pareja todo esto. Es evidente que una de las ironías que tiene este juego es que se basa totalmente en el consenso. Claro que quien hace de sumiso cede el control y nadie lo obligo a hacerlo. Por eso el intercambio de poderes tiene que ser recíproco, entre iguales, y sin presión ni manipulación por parte de ninguno de los elementos. Así que sácalo de una manera natural pero decidido (a).

La comunicación es el pilar principal de cualquier relación, y una relación gustosa de fechorías no es la excepción. Los dos integrantes tienen que decidir qué les apetece y que no; que les gustaría hacer y que no harían jamás; cómo le gustaría empezar la acción, y lo que es más importante aún, como terminara: ¿Con una explosión o suplicando? Así que cuanto mas concretes las cosas antes de actuar, menos posibilidades tienes de que la confusión y la decepción se adueñen de la situación, ya sea antes o durante los atasques.

En algún otro artículo hablaré de los consejos para la práctica del BDSM, por ahora, me gustaría que corrieras a llevarle la información a tu pareja para que se entere de que estas prácticas mas que ser negras y perversas en el mal sentido de la palabra, puede ser la llave de cristal que aumente la creatividad en sus relaciones sexuales. En caso de que ya esté enterada, más me gustaría que corrieras a conseguir los materiales para una gran sesión que ni el Marqués de Sade haya experimentado.

Vive tu sexualidad con responsabilidad y de la manera más divertida.

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