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sábado, 17 de abril de 2010

¿Existe una relación directa entre el consumo de alcohol y el desempeño sexual?

No es nada nuevo el que los seres humanos busquen una sustancia que aumente el apetito sexual y lograr una fácil respuesta a los estímulos eróticos. Por lo que en muchas culturas se le han atribuido propiedades supuestas al alcohol para desempeñarse con éxito en el terreno del placer sexual.

Para muchos, el alcohol es considerado un potente estimulador en la excitación sexual, pero la investigación científica nos afirma que en ambos sexos, produce efectos negativos sobre la fisiología de la respuesta sexual humana. En el cerebro, por ejemplo, el alcohol actúa predominantemente en una zona que conocemos como lóbulo frontal, lugar donde se regula el juicio y autocontrol, modificando por lógica, la percepción y la conducta de la persona.

El alcohol es un potente depresor del sistema nervioso, por eso es que sus efectos son fácilmente percibidos tras la ingestión aunque solo sea de dos o tres copas. Sin embargo las personas suelen ver al alcohol como una sustancia que incrementa su funcionamiento sexual. Se dice que el 45 % de los hombres y el 68 % de las mujeres consideraban que el alcohol aumentaba su placer sexual. Este hecho de que la mayor parte de las personas considera que el alcohol es estimulante, o al menos así lo distingan, y que aumenta su capacidad para la respuesta sexual, puede deberse a su efecto desinhibidor. Aunque sabemos, por otro lado, que las dosis más elevadas crean un estado de pérdida de contacto con la realidad, y lejos de servir como estimulante o mejorar el funcionamiento sexual en realidad lo inhibe.

O sea que, por un lado ayuda al individuo a socializar más e incrementar su percepción placentera en el erotismo, y por otro lado deprime la respuesta sexual humana. Encontrar un equilibrio entre estos dos efectos no es tarea fácil, obviamente cuando nos referimos a los bebedores sociales, ya que en los alcohólicos crónicos, la erección del pene se va haciendo cada vez más difícil, hasta quienes llegan a desarrollar algún grado de disfunción eréctil.

Cuando la ingesta de alcohol es de moderada a alta, si existe una relación directa con el mal desempeño sexual. La erección es insuficiente o nula, la mujer no lubrica, no hay capacidad para una penetración y no se presentan orgasmos. El hombre presenta eyaculación retardada o falta de la misma.

En casos de alcoholismo crónico (ingesta diaria por meses) existe ya daño a nivel nervioso y vascular, por lo que el funcionamiento sexual se deteriora parcial o totalmente, causando disfunción eréctil, deseo bajo, anorgasmia, entre otras disfunciones.

Cabe mencionar que con todos los problemas sexuales que puede traer el alcohol, es probable que se desarrollen otros síntomas de carácter psicológico que dañan la autoestima de las personas, como angustia, ansiedad, ideas antieróticas, entre otras.

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